Damas y Galanes

La noche del 5 de enero se celebra el tradicional sorteo de "damas" y "galanes", consistente en emparejar a todos los jóvenes solteros del pueblo, tradición milenaria que se ha transmitido de los mayores.

Mientras en la noche de Reyes la chiquillería apenas puede dormir por los nervios, en la localidad de Bailo los jóvenes, y no tanto, solteros reviven el sorteo de Damas y Galanes, una tradición ligada a las frías fechas invernales y el comienzo del año que se sigue celebrando desde hace más de un siglo en esta localidad de la Jacetania. Sobre el papel se van formando parejas, entre los mozos y mozas que forman el censo casadero, y a cada una le corresponden además una dote y un oficio que vienen a resumir con buen humor y algo de ironía la actualidad local de los últimos doce meses.

El ritual empieza cerca de la una de la madrugada, cuando después de la cena una treintena de personas se reúne en el bar Santa Bárbara de la plaza, obligado punto de encuentro en esta madrugada. Papel, bolígrafo y algo de memoria sirven para enumerar casa por casa a todos los chicos y chicas mayores de 14 años que van a entrar en este peculiar bombo y confeccionar las papeletas con los números que se les atribuyen, y el listado de las dotes y oficios. Los cuatro pucheros que seguro antaño se utilizaban para depositar los ’boletos’ de la suerte se sustituyen hoy por jarras y vasos.

Si hasta aquí la diversión está servida, lo mejor empieza cuando las papeletas se empiezan a extraer, siempre en el mismo orden (dama, galán, dote y oficio), y los ’noviazgos’ creados por el destino se empiezan a escribir en las dos actas, que luego desafiando la temperatura bajo frío se cantan, ya muy entrada la madrugada, sobre las cinco, en la plaza del pueblo. Al día siguiente se cuelgan en el bar del pueblo para hacerlas públicas.

Para continuar el ceremonial, aunque cada vez menos lo cumplen al completo, el mozo debe invitar a su pareja al vermú al día siguiente, y la muchacha le corresponde con un café después de comer. Todavía más lejos, coincidiendo con las fiestas de San Blas, el 3 de febrero, ella le concede el primer baile de la velada.

Respecto al origen de estas fiestas, el antropólogo Ricardo Mur se remonta hasta la época prerromana, donde pueblos del Norte de Europa llevaban a cabo prácticas similares. Se desconoce cuándo llegó a los valles pirenaicos, pero Ricardo Mur aporta datos que permiten asegurar que en el siglo XV llegaron a ser prohibidas por las autoridades eclesiásticas.